15.5.11

Rußlanddeutsche Ecke

Rußlanddeutsche Ecke (Rincón alemán de Rusia)
Primera publicación periódica de Jakob Riffel, 1925-1929
Jakob Riffel, además de la publicación del libro conmemorativo del cincuentenario de la inmigración de los alemanes de Rusia a la Argentina en 1928, colocó en circulación publicaciones periódicas, el las que demostró su talento de comunicador, investigador y facilitador de la expresión de sus lectores. Asimismo, editó himnarios y un buen número otros materiales religiosos. El conjunto de sus publicaciones constituye un significativo aporte a la cultura no sólo del pueblo alemán de Rusia y de la Argentina, sino a la cultura universal. Presentaremos en sucesivas entregas en este blog un panorama sobre estas publicaciones periódicas y los materiales religiosos.
Para la preparación de la presentación de las publicaciones periódicas nos hemos valido de investigaciones propias como también de datos y evaluaciones presentados por Daniel Beros en su tesis doctoral En búsqueda de patria. El lenguaje de la fe de los alemanes de Rusia evangélicos en Argentina, de próxima aparición en Buenos Aires. Daniel Beros es Pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Doctor en Teología y Profesor del Instituto Universitario ISEDET. Presentó su tesis en idioma alemán en 2004 en la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Núremberg, Alemania. La disertación fue publicada bajo el siguiente título: Heimat für Heimatlose. Die Sprache des Glaubens und die Suche nach Bodenständigkeit bei russlanddeutschen Migranten in der La Plata-Region zwischen 1925 und 1955, Neuendettelsau, Erlanger Verlag für Mission und Ökumene, 2007.

Rußlanddeutsche Ecke (Rincón alemán de Rusia), 1925-1929
Rußlanddeutsche Ecke, Número 1, 1925
Apenas un año después de iniciar su trabajo pastoral en la Congregación de Lucas González, Riffel comenzó a publicar un anexo de la Revista Parroquial Evangélica del entonces Sínodo Evangélico Alemán del Río de la Plata, hoy Iglesia Evangélica del Río de la Plata. La nueva publicación se llamaba Rußlanddeutsche Ecke, Rincón alemán de Rusia, e hizo su primera aparición el 6 de junio de 1925 y se mantuvo con ese nombre durante cuatro años hasta el 24 de febrero de 1929. Tenía dos páginas, que luego de dos años pasaron a ser cuatro, manteniéndose así hasta su último número. A partir de octubre de 1927, el Rincón podía recibirse también  por separado.
Con esta publicación Riffel quiso brindar un lugar de encuentro y de comunicación para todos los alemanes de Rusia dispersos en el Cono Sur de este continente. Cabe destacar que si bien la mayoría absoluta de los entrerrianos y Riffel mismo eran alemanes del Volga, para él fue importante servir a los alemanes de Rusia, designación que abarcaba también a otros grupos alemanes dentro del antiguo imperio zarista, fuera de la región del Volga. Además, su publicación no estuvo limitada a su propia Iglesia.
Riffel define así los objetivos del Rincón: “El ‘Rincón alemán de Rusia debe informarles a los compatriotas locales todo lo interesante acerca de los hermanos alemanes de Rusia en la Rusia Soviética, en Alemania, en Norteamérica, en Sudamérica y en cualquier lugar del mundo donde se encuentren diseminados...”
Invitaba a sus lectores a participar como corresponsales y a enviar aportes e informes para su publicación, cuando fueran de valor para la colectividad.
Región Autónoma de los Alemanes del Volga
Ya en el primer número, Riffel incluye una aclaración programática. Explicando el nombre del anexo, insiste en que en general debe usarse en el término Rußlanddeutscher [Nota: en ortografía alemana actual, se escribe Russlanddeutscher], alemán de Rusia, en lugar del término común Deutschrusse, rusoalemán, pues esta última construcción es una formación imposible desde lo lingüístico y lo fáctico. Riffel se basa en la distinción entre la nacionalidad y la ciudadanía. Es decir, está hablando en términos étnicos y no en términos de la ciudadanía. Los alemanes de Rusia nacidos en el imperio zarista tenían ciudadanía rusa, pero eran de nacionalidad alemana y permanecieron étnicamente alemanes hasta muy entrado en el siglo XX, cuando comenzó a haber matrimonios mixtos. Al hablar del grupo que emigró a la Argentina, Riffel aclara que sus miembros jamás se hicieron rusos (en el sentido étnico), sino que permanecieron siendo alemanes.
Para entender esta diferencia hay que situarse en la práctica legal y la mentalidad de Europa, donde la persona recibe la nacionalidad de sus padres y no la del país en que nace. En Sudamérica es al revés.
A pesar de los esfuerzos y aclaraciones de Riffel, el nombre programático de alemanes de Rusia no se impuso en todas partes. Lo usan los círculos académicos, las asociaciones y unos pocos más; pero por inercia y lamentablemente también por ignorancia muchos siguen hablando de los “rusoalemanes” o directamente de los “rusos”, teniendo esta designación incluso un tono despectivo.
Escudo de la Rep. Soviética Socialista Autónoma de los Alemanes del Volga
El material publicado en el Rincón se compone de dos grandes conjuntos: por un lado, noticias y artículos procedentes de otras publicaciones; y por el otro, aportes del círculo de lectores.
Las noticias informaban por lo general sobre lo que pasaba en el ámbito internacional. Un rubro fundamental fue lo publicado sobre la Unión Soviética, bajo el lema “¿Qué se escucha de nuevo desde Rusia?”. Más de la mitad del material publicado por el Rincón pertenece a este rubro, informando sobre la evolución de la República Soviética Socialista Autónoma de los Alemanes del Volga (véase la Información histórica al final de esta presentación). Riffel reproducía información sobre lae escuelas, la producción del agro, la prensa, la administración, la política, las medidas del gobierno comunista; como también sobre la evolución de la vida eclesiástica: juicios contra pastores, prohibición de las clases de confirmación y otras medidas contra las iglesias, anulación de posibilidades de trabajo.
De sumo interés para la historia local argentina son los testimonios de los primeros inmigrantes que Riffel recoge y publica en vista de la elaboración futura de una historia de los alemanes de Rusia en América del Sur. Riffel volcará parte de este material al libro del cincuentenario, publicado en 1928.
Otro número de Rußlanddeutsche Ecke
 Pronto llegaron los aportes de los maestros de las escuelas rurales. En aquellos años, varias comunidades (pueblos, colonias de propietarios y arrendatarios, agrupaciones de familias) mantenían escuelas privadas para suplir de esta manera la falta de escuelas públicas en zonas más apartadas. Los maestros solían ser inmigrantes alemanes procedentes de Alemania, no de Rusia, contratados particularmente por los madres o la comunidad. Cubrían tanto la enseñanza de las materias básicas (lectura y escritura en alemán y matemáticas), como también clases de religión, equivalentes a la escuela dominical y la preparación para la confirmación. Ésta era realizada luego por los pastores, ya sean estables o itinerantes. Cuando una comunidad no contaba con pastor propio o cercano, los maestros también se hacían cargo de cultos leídos, bautismos y sepelios.
Luego de seis meses, el Rincón ya contaba con un buen grupo de colaboradores que enviaban regularmente sus aportes. Al cumplirse el primer año del Rincón, Riffel insistió en que la publicación no debe quedarse mirando hacia atrás y centrarse en noticias de Rusia, sino que se impone mirar el presente y el futuro, aquí en la Argentina. Sabia corrección y muy necesaria en todo proceso de arraigo de inmigrantes.
Los lectores no sólo hablaban de las condiciones del trabajo en el agro, las cosechas, las inclemencias y bondades del clima, sino que también señalaban el avance de las penurias económicas que sufrían fundamentalmente los arrendatarios. Los primeros inmigrandes que arribaron en las dos últimas décadas del siglo XIX habían podido adquirir tierras; pero a medida que avanzaba el siglo XX, la tierra se volvía cada vez más escasa y cara, de manera que los nuevos inmigrantes como también las nuevas generaciones ya no conseguían afirmarse en un terruno propio. Una buena parte se convirtió en arrendatarios, mientras que unos cuantos tuvieron que conformarse con algún empleo, generalmente muy mal pago, en la construcción del tendido de vías del ferrocarril, fábricas, establecimientos rurales o trabajos ocasionales como por ejemplo la cosecha del maíz (eran los “deschaladores”). La situación de los arrendatarios era desesperante, pues se venían obligados a mudarse cada tantos años, siendo explotados al máximo por los terratenientes latifundistas.
Rep. Sov. Soc. Autónoma de los Alemanes del Volga-1938
 Los aportes de muchos lectores del Rincón reflejan claramente esta realidad trágica, instalando así temas candentes en la conciencia y la discusión de la colectividad: la tenencia de la tierra y la dependencia de comerciantes e intermediadiarios. Varias voces veían que ello se debía a la falta de una organización que defendiera a los agricultores. Se multiplicaban las voces de lectores que insistían en la necesidad de construir la unidad de los alemanes de Rusia como colectividad étnica y cultural.
Estas voces de lectores y sus comentarios evidencian que el Rincón se había convertido en un auténtico foro de intercambio de ideas, problemas y búsqueda de soluciones para la situación de los arrendatarios.
Otro grupo importante que comencó a enviar sus aportes al Rincón fue el de los Hermanos. Ellos constituían un movimiento religioso que además de su participación en los cultos y demás actividades de la iglesia, realizaba encuentros periódicos para leer y estudiar la Biblia, orar y cantar; grandes Conferencias de Hermanos (Brüderkonferenzen) y también actividades evangelísticas. Los aportes de los Hermanos consistían en meditaciones bíblicas, aportes sobre fechas especiales, exhortaciones morales, informes sobre giras de evangelización y las Conferencias.
Reunion de agricultores, Colonia San Bonifacio, 1927
El Rincón también comenzó a recibir los primeros aportes de mujeres, cuyo análisis reviste particular importancia para la reconstrucción de la vida de las mujeres de aquellos años.
El Rincón también jugó un papel sumamente importante en la preparación del Cincuentenario de la inmigración, impulsado fervientemente por Riffel. Indicando que los alemanes de Rusia radicados en los Estados Unidos y en el Brasil estaban dando el ejemplo en materia de celebración del cincuentenario de sus respectivas inmigraciones, Riffel propuso realizar una organización ecuménica de los festejos para darse a conocer públicamente a la sociedad argentina. También invitó a juntar datos para formar un directorio de los alemanes de Rusia. La preparación del festejo central, en la que Riffel y el Rincón tuvieron una dedidida actuación, llevó a la gran fiesta que se realizó finalmente el 30 de septiembre de 1928 en Crespo, con la presencia del Gobernador de la Provincia. En esa oportunidad, Riffel pronunció un interesante discurso en el que destaca las raíces alemanas de los inmigrantes.
En torno al cincuentenario, la colectividad desarrolló una fuerte toma de conciencia de si misma y se manifestó por primera vez como colectividad frente a la sociedad criolla argentina. El cincuentenario fue un rescate y uncultivo de la memoria cultural de la colectividad alemana de Rusia, particularmente del Volga; y las cuatro hojitas de la publicación de Riffel fueron la plataforma decisiva para este proceso.
 



Casas de arrendatarios, 1927
El fenómeno de la toma de conciencia de la colectivad volvió a repetirse en el centenario en 1978, aunque ya como argentinos descendientes de inmigrantes, con una vinculación afectiva con la patria volgüense muy mermada por la lejanía del tiempo y sin vinculación política con Alemania, como sí existió durante los años del régimen nazi.
El problema de la educación en el campo fue el que recibió más aportes de lectores del Rincón. Allí se expresaron padres, maestros y pastores. Los problemas planteados fueron la preparación y las condiciones de trabajo de los docentes, la alta deserción de los hijos de arrendatarios por la constante migración, los contenidos de las clases, la necesidad de un gremio de maestros, los bajísimos sueldos que percibían los maestros.
Arrendatarios construyendo su casa, 1927
Otros aportes de lectores se relacionan con la identidad alemana del grupo de inmigrantes, la relación con los alemanes que llegaron del Reich, la cuestión de la patria (en alemán: Heimat, que también incluye el hogar y el terruño). Interesantes son algunas voces que propusieron cambiar el nombre del Rincón alemán de Rusia por el de Rincón de los colonos (Kolonistenecke) o Rincón alemán del Volga (Wolgadeutsche Ecke). Pero el Rincón mantuvo su nombre hasta 1929.

Finalmente cabe mencionar la publicación de algunos materiales religiosos y eclesiásticos: cantos, posías, reflexiones, noticias y anuncios de la vida eclesiástica, noticias necrológicas y obituarios. Este último rubro se convirtió en una verdadera institución que se prolongó a lo largo de todas las publicaciones periódicas de Riffel, sobre las cuales se informará en lo sucesivo.
Dr. René Krüger


  Información histórica adicional:
En 1922, cuatro repúblicas del mundo ruso, a la cabeza Rusia misma, luego Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia, formaron la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas o simplemente Unión Soviética, abreviada URSS. El imperio zarista quedó abolido. El 6 de enero de 1924 fue constituida la República Autónoma Socialista Soviética de los Alemanes del Volga, que abarcaba la mayor parte del compacto geográfico y cultural alemán del Volga, pero no era totalmente idéntico con el mismo. Su capital fue la ciudad de Pokrovsk, que en 1931 pasó a llamarse Engels. Para los alemanes, había sido la “Ciudad de los Cosacos”. Antes de la constitución de esa República, José Stalin había comenzado a reprimir y a explotar a los alemanes. La gente aún sufría las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y la guerra civil que se desencadenó luego de la Revolución de Octubre, cuando Stalin les quitó la cosecha de trigo a los agricultores y la vendió en el exterior, de manera que miles y miles de volguenses murieron de hambre. Esta “hazaña” de Moscú fue realizada por los llamados Comisarios Rojos para el Control del Grano, que confiscaban todas las reservas de granos, de manera que en 1921 no fue posible sembrar. Esto produjo nuevos conflictos con los Comisarios del Grano. Entonces llegó el Ejército Rojo al Volga y hubo varias batallas en las que los pueblos alemanes fueron duramente reprimidos. Siguieron terribles ejecuciones de campesinos y luego sobrevino una horrible hambruna que azotó toda la región y otras más del país. El resultado de esta carestía y de las enfermedades subsiguientes como cólera, tifus y malaria fue la muerte de una tercera parte de los alemanes del Volga. Ante este panorama trágico, muchos optaron por escaparse de Rusia. Algunos lograron hacerse de documentos para salir del país, otros escaparon caminando largos trayectos hacia el occidente, y otros se fugaron por alguna vía asiática.
Cuando murió Lenin en 1924, Stalin llegó a dominar el Partido Comunista y la Unión Soviética hasta 1953 y comenzó con “reformas desde arriba”. Para afirmar su poder total, liquidó a todos quienes se le oponían. Fueron años terribles con “limpiezas”, matanzas, masacres, un exterminio de millones de ucranianos que la historia conoce como “Holodomor”, y luego la Segunda Guerra Mundial con sus nefastas consecuencias para todos. Después del asalto perpetrado por Hitler a la Unión Soviética, los alemanes volguenses fueron acusados por Moscú de “colaboracionismo colectivo” con el enemigo. La República del Volga fue disuelta por decreto del Presidio del Soviet Supremo del 28 de agosto de 1941. Buena parte de sus habitantes alemanes fue asesinada; y los sobrevivientes fueron deportados en su totalidad a Siberia y a Kazajstán, donde tuvieron que hacer trabajos forzados que llevó a centenares de miles a la muerte. Recién en 1964 se los liberó oficialmente de la acusación de la colaboración, pero los alemanes de Rusia jamás recibieron reparación alguna ni la Unión Soviética ni de la Federación de Rusia, sucesora de la URSS. Alemania permitió a los sobrevivientes el ingreso al país y les concedió la ciudadanía alemana, lo cual impulsó la emigración masiva de alemanes de Rusia a Alemania, tanto en los últimos años de la URSS como luego del colapso de la misma.

10.5.11

El libro más conocido

El libro más conocido de Jakob Riffel
Dr. René Krüger 


En 1928, Jakob Riffel publicó un libro conmemorativo en ocasión del cincuentenario de la inmigración de los alemanes de Rusia a la Cuenca del Plata. Le puso un título programático:
Die Rußlanddeutschen, insbesondere die Wolgadeutschen am La Plata (Argentinien, Uruguay und Paraguay. Festschrift zum 50=jährigen Jubiläum ihrer Einwanderung.
En la segunda edición, hecha apenas unos meses después de la primera que se agotó de inmediato, agregó entre paréntesis las fechas luego de Einwanderung: (1878-1928). El título traducido es:
Los alemanes de Rusia. En particular, los alemanes del Volga en la Cuenca del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay). Libro conmemorativo con motivo del cincuentenario de su inmigración (1878 – 1928).
La fijación escrita de la historia de los alemanes de Rusia ya venía de larga data. Uno de los mejores antecedentes del libro de Riffel fue el del sacerdote Gottlieb Beratz, Die deutschen Kolonien an der unteren Wolga, Berlín, 1923; un libro hoy rarísimo y sumamente difícil de conseguir.
Queremos ofrecerles un breve panorama sobre el célebre libro de Riffel. En posteriores entregas, presentaremos las publicaciones periódicas y los materiales religiosos editados por Riffel. Para estas presentaciones nos valemos de investigaciones propias y de diversos materiales elaborados por Daniel Beros, Pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Doctor en Teología y Profesor del Instituto Universitario ISEDET.
La organización y celebración del cincuentenario de la inmigración de los alemanes del Volga en 1928 constituyó la primera acción conjunta de la colectividad en la sociedad argentina. Los inmigrantes y sus descendientes se reconocieron como grupo fuerte y tomaron conciencia de su identidad, sus valores y sus problemas como colectividad. En esta marcha fue fundamental la tarea de recuperación histórica y de formación cultural realizada por Riffel con sus publicaciones (que presentaremos en breve en este blog). De hecho, las revistas Rußlanddeutsche Ecke (“Rincón Alemán de Rusia”); y Der Rußlanddeutsche (“El Alemán de Rusia”) constituían un medio de comunicación y un espacio de encuentro para toda la colectividad. Desde su lugar de editor, Riffel animaba a su público lector a rescatar la memoria personal, familiar y colectiva y a transformarse en partícipe de la construcción común.
Libro 1928
El libro de Riffel se divide en tres grandes partes:
1. Antecedentes de los Alemanes del Volga, sus orígenes en Rusia y el movimiento de emigración;
2. En busca de una nueva patria;
3. En el Río de la Plata.
En la primera parte, comienza con los antecedentes más remotos: la situación en Alemania y los motivos de la emigración a Rusia en 1763. A partir de ahí, Riffel se centra en los alemanes del Volga, aclarando que éstos constituyen si bien la mayor parte de los alemanes de Rusia, no son el único grupo alemán que se hallaba en el vasto imperio zarista.
Muestra cómo se formó el compacto étnico-cultural alemán del Volga. Luego de inicios sumamente difíciles, hubo una larga etapa de prosperidad, y finalmente comenzaron a caer calamidades sobre los colonos. Riffel explica el quite de los privilegios otorgados por Catalina la Grande en 1763 y especialmente la amenaza del largo servicio militar en el marco de una política de rusificación impuesta por el gobierno.
En la segunda parte, Riffel se luce como recopilador de material histórico e investigador de una historia que tiene grandes lagunas y que él debe reconstruir pacientemente sobre la base de muchos informes personales, memorias, textos impresos, declaraciones orales, contratos, diarios de viaje, pasaportes y otros documentos. Indica cuando hay información deficiente, señala tareas para futuras investigaciones y estimula a seguir juntando material histórico. En un punto parece envolverse en dificultades sin solución: la fecha exacta de la llegada de los primeros inmigrantes, pues los datos oscilan entre el 24 de diciembre de 1877 y los primeros días de enero de 1878. Concluye diciendo lacónicamente: “Retengamos por ahora las fechas establecidas más arriba (primeros días de enero de 1878), a no ser que nos convenzan de una versión mejor.” Pero después cita la información sobre el grupo que fundó la primera colonia alemana del Volga en la Argentina, Hinojo, el 5 de enero de 1878, informando que este grupo llegó a Buenos Aires en vísperas de Navidad de 1977 y que tardó 13 días hasta llegar al lugar designado para la fundación de Hinojo. Hasta hoy no hubo esclarecimiento total sobre este punto.
Riffel explica que el primer transporte que luego siguió a Entre Ríos fue conducido por engaño a la Argentina, ya que la gente quería ir al Brasil. Demuestra buen conocimiento de las publicaciones que se estaban haciendo en el vecino país sobre el tema, como también de una serie de informes personales.
La tercera parte del libro se divide en tres secciones: los primeros tiempos, el desarrollo durante los primeros cincuenta años, y cuestiones de etnología.
En la primera sección logra pintar un cuadro impresionante de las dificultades con que se encontraron los colonos y cómo superaron las mismas. Combina de manera interesante datos puntuales, las grandes líneas de la política inmigratoria nacional, el carácter de los inmigrantes, cuestiones anecdóticas y muchos testimonios.
Desde la distancia satisfecha del investigador y lector actual, llama la atención la omnipresencia del tema de la comida a lo largo del libro. Riffel y sus informantes indican cuando la misma era buena, ya sea en el barco, en el hotel de inmigrantes o en Diamante; subrayan cuando era abundante; transmiten quejas cuando era escasa o mala; y denuncian cuando era pésima. La comida era un elemento vital en todo sentido, tanto para la gente como para el libro. “Comida” es una palabra generadora en el sentido de Paulo Freire, pues moviliza a todo el mundo, y Riffel logra transmitir esa fuerza con las 33 veces que emplea el término.
Gracias a su trabajo de recopilación y publicación, Riffel pudo salvar del olvido muchísimos testimonios de los primeros tiempos de la inmigración. Sin Riffel, la mayoría absoluta de estas voces se habría perdido, pues muy pocas personas habían puesto algo por escrito. Riffel hizo dos cosas: fue a escuchar a los ancianos y tomó nota de todo lo que le contaban; y también invitó a que la gente escribiera, publicando esos aportes en el Rincón y en El alemán de Rusia y luego en su libro. A esas valiosas recopilaciones también pertenecen listas de los primeros inmigrantes, con todos los datos familiares a su alcance e incluso con los apodos de la gente: Mühlenschimpf (Schimpf del molino), Schepper Koch (El rengo Koch), Federico el corto, el Pfifferhannes, Los Zacariasa, die Altmotter (la bisabuela), dr schwarze Wolf (el Lobo negro), s’ schwarza Dahlingercha (El negro Dalingercito).
Entre los descendientes de la colectividad hay hoy varios genealogistas que se basan en el libro de Riffel para reconstruir su historia familiar.
A Riffel también se le debe la denuncia de unas cuantas injusticias cometidas en contra de los colonos, comenzando por los engaños en el viaje mismo hasta la explotación por el sistema de arrendamiento, embargo y prenda agraria, que él explica con colores tan vivos. Pero también denuncia a aquellos paisanos suyos que se dejan embaucar por las facilidades que otorgan los comerciantes vivos, paseándose luego en medias de seda, trajes impecables y zapatos finos, sin tener siquiera semillas para la siembra. Es decir, no es ingenuo como que todo lo alemán del Volga fuese inocente, bondadoso, excelente y perfecto. Donde siente que debe mostrar los errores y vicios de la colectividad, lo hace.
La segunda sección muestra el desarrollo de la colonización en toda la Provincia de Entre Ríos y en otras regiones del país. Luego pasa a dos temas de fundamental importancia para la identidad alemana del Volga: la religión y la educación. Con respecto a la primera, su libro sigue siendo una fuente valiosa sobre las primeras épocas de las Iglesias evangélicas en Entre Ríos, de las que han quedado muy pocos testimonios escritos. De particular interés para el historiador eclesiástico es el párrafo “La época terrible y sin guía”, en el que Riffel transmite informes de Juan Stieben y los pastores Heyne y Dettenborn sobre unos vagabundos, sujetos dudosos, alcohólicos, picaflores e incluso un ex misionero venido abajo, que se autodesignaron pastores y se aprovecharon de la necesidad de atención pastoral que tenían los fieles en Aldea Protestante.
Riffel indica siempre el origen de lo que escribe, qué personas le proporcionaron datos y de qué documentos sacó información. Sus buenas relaciones con los representantes de las demás Iglesias cristianas con membresía alemana del Volga constituyen todo un adelanto para su época, en la que aún no había mucho espíritu ecuménico en el cristianismo; y si bien Riffel muy celoso con respecto a su propia Iglesia y lamenta la división de la colectividad en tantas astillas religiosas, siempre fue muy respetuoso de otras Iglesias.
En materia de educación, el lector interesado esperaría quizá más datos concretos. Fue éste un área particularmente difícil y sacrificado en todo sentido, teniendo que preocuparse muchos padres y comunidades por docentes bien preparados, y los docentes por su parte por su vejez, problema que jamás encontró solución para el caso de los llamados maestros particulares.
Con mucha agudeza Riffel analiza las diferencias entre las circunstancias históricas de las colonias en el Volga y la dispersión en la Argentina. Advierte que no se debe ser ingenuo en querer comparar e igualar simplemente las situaciones antiguas y actuales en cuestiones eclesiásticas y educacionales, pero que tampoco se ha de desechar lo viejo sólo por viejo. Sabe que se debe ser creativo, pero insiste en aprovechar lo mejor de lo heredado para el presente. Es honesto y reconoce que en su momento 1928 los alemanes de Rusia no han alcanzado el nivel en materia educacional con el que contaban en Rusia.
La tercera sección repasa los aspectos que tienen que ver con costumbres, la cultura y las etapas de la vida de los alemanes del Volga. El primer punto de interés es la discusión sobre la necesidad del empleo de la fórmula alemán de Rusia en lugar de rusoalemán, insistencia ya planteada en sus publicaciones.
Su análisis del modo de vida se centra en el carácter alemán de los inmigrantes. Estas páginas constituyen una verdadera joya literaria, pues Riffel hace dialogar y discutir entre sí distintas opiniones sobre esta cuestión.
A quien le interese la lingüística, hallará verdaderos manjares lamentablemente en porciones pequeñas en el ítem sobre la lengua y la poesía de los alemanes del Volga. Hay verdaderas curiosidades lingüísticas entre los ejemplos dialectales que ofrece Riffel, como la incorporación de palabras rusas al alemán y el empleo de términos castellanos. Excusa esta mezcolanza aduciendo ejemplos de términos franceses que se introdujeron al alemán de Alemania, y entiende que al no haber términos adecuados para lo que se quiere designar, es necesario tomar estos préstamos, tales como yerba, mate, bombilla, faja, alpargatas, zapatillas, alcalde, Mate suckeln, Dippcha. Pero también critica la incorporación innecesaria de palabras castellanas para designar cosas que sí existen en alemán: recibo, entregieren, despachieren, aviso, es macht kalt, es macht warm. Qué dirá si escuchara cómo hablan muchos de sus paisanos hoy; y sobre todo, qué dirá si supiera que la mayoría absoluta de los alemanes del Volga en la Argentina ya sólo habla castellano.
Un bellísimo capítulo intitulado “De la cuna hasta la tumba” cierra el libro. Riffel pasa revista todo lo que sucede en torno a la edad del bebé, la juventud, el amor, el casamiento, la edad adulta, la enfermedad y la muerte, y concluye con una frase sorprendente: “Descansen en Paz todas las almas”.
Agrega un suplemento con una síntesis del informe de 1887 de Alejo Peyret, “La colonia russo-alemana ‘Alvear’ en el Departamento Diamante”; y suministra una importantísima bibliografía comentada.
Luisa Margarita Riffel
El libro gemelo católico del escrito de Riffel es el del Padre Ludger Grüter, Festschrift zum Fünfzig-Jahr-Jubiläum der Einwanderung der Wolga-Deutschen in Argentinien, también de 1928.

Ochenta años después de su publicación en idioma alemán, el célebre libro de Riffel escrito en idioma alemán finalmente pudo ser publicado en castellano. La traducción había sido iniciada por la hija del Pastor Riffel, Luisa Margarita Riffel, quien dedicó los últimos años de su vida a este proyecto. Luego, la nieta mayor del Pastor, Lidia María Ester Riffel, hizo una primera revisión de todo el material, contando con la colaboración de su primo Matías Riffel, también nieto del Pastor. A continuación, René Krüger realizó la revisión y corrección general de la traducción, unificó los criterios editoriales, agregó notas explicativas académicas y editó el texto para su publicación. El libro fue presentado en numerosos lugares de la Argentina en 2008 y 2009, juntamente con las demás publicaciones de Riffel, de las que hablaremos en próximas entregas.
Libro 2008